miércoles, 21 de marzo de 2018

Día 27 (19/11/2017) - Parque Histórico Militar Morro-Cabaña

Hoy vamos a visitar el Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, al otro lado de la bahía, por lo que nos levantamos, desayunamos y nos ponemos en marcha. A Luar parece apetecerle más quedarse en el patio de la casa jugando, pero cuando le decimos que visitaremos un castillo, con un faro... cambia de idea.


Paramos un taxi privado en Línea y logramos un buen precio para que nos lleve hasta el Castillo de los Tres Santos Reyes Magos del Morro, donde nada más llegar tenemos unas vistas increíbles de la bahía y de La Habana. 


¡Hay quien rápidamente encuentra el barco que nos llevará de vuelta a la ciudad tras el paseo!


La fortaleza del Morro fue construida entre 1589 y 1630 para proteger la entrada a La Habana de piratas e invasores. Durante más de un siglo, el fuerte resistió numerosos ataques, pero en 1762 cayó en manos inglesas tras un asedio de 44 días. El precioso faro fue añadido en 1844.




El foso tiene una gran profundidad y los muros de 3m de grosor son imponentes.

  
En el museo del interior
Tras visitar el castillo, nos dirigimos a la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña a pie, pasando por la Batería de la Divina Pastora, desde donde la perspectiva es genial.


Construida durante 11 años a partir del 1763, esta impresionante fortaleza fue a cubrir un punto débil de las defensas de la ciudad tras el asedio inglés del año anterior. Con 700 m de extremo a extremo y una descomunal superficie de 10 hectáreas, es el fuerte colonial más grande de América.


                                             


El calor empieza a apretar y Luar pide bajarse de la mochila para explorar a sus anchas... Y todo está tan tranquilo y solitario que todos disfrutamos paseando sin prisa.


Encontramos unos espectaculares jardines que literalmente se están comiendo la fortaleza y nos refrescamos entre sus hojas... incluso hay quien se duerme cuando entramos al polvorín subterráneo (donde estamos más frescos aún)...





Mientras el pequeño duerme, aprovechamos para patear el resto de la Fortaleza (que no parece tener fin) y tenemos más vistas extraordinarias.





Ernesto Guevara instaló aquí su cuartel general y entramos a las estancias que él ocupaba cuando se ejecutaban a sus órdenes a militares de las fuerzas de Batista. Historias que se repiten. Horrores y errores.

En fin, no nos resistimos a fotografiar, de Nikon a Nikon, la cámara del Comandante y nos impresionamos ante su despacho, tan sobrio, tan imponente.



Finalmente y sin habernos cruzado a ningún turista, decidimos dar por concluída nuestra visita a la fortaleza, no por haberla visto toda, sino porque el hambre y el calor ya aprietan.


Así que, de nuevo a pie, nos encaminamos hacia el muelle de Casablanca, donde cogemos un ferry hacia La Habana. 



Durante el resto del día, paseamos por La Habana Vieja disfrutando por última vez de su magia, de su constante fiesta. Luar está pletórico y nosotros, felices de haberle ofrecido todo esto y de compartirlo.





Vemos atardecer con vistas al faro y la bahía, y tanta belleza deja sin palabras hasta al más pequeño (y no es fácil, creednos...).



Y terminamos el día en la Plaza de la Catedral, donde antes del asedio de los restaurantes a los turistas, reina una paz maravillosa.



Gracias La Habana, gracias Cuba, gracias a todos los cubanos por tantísimo que nos llevamos.

Ondoloin!

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