domingo, 18 de marzo de 2018

Día 26 (18/11/2017) - Vedado

Hoy va a ser un día tranquilo, pero con mucho pateo. Desayunamos y tras charlar un rato con la gente de la casa, nos ponemos en marcha. La idea es caminar hasta la Plaza de la Revolución y después seguir hasta el malecón pasando por la universidad y los grandes edificios del pasado mafioso y opulento de La Habana. El trayecto hasta la plaza es cuesta arriba todo el tiempo y agradecemos que el sol no pique aun.


Construido sobre una loma, el monumento de José Martí es imponente, con una torre de 109 metros que se alza detrás de una estatua de Martí pensativo.


Decidimos visitar el museo antes de subir a la torre, y aprendemos muchas cosas que desconocíamos de la vida del Padre de la Patria cubana, entre otros, los viajes (muchísimos) que hizo en su vida alrededor del mundo. Entre dato y dato sobre su vida y obra, empezamos a oír a unos niños cantar y cuanto los encontramos (un coro ensayando), no podemos despegar a Luar de allí.

Después subimos los 189m en ascensor hasta lo alto de la torre, desde donde hay unas vistas privilegiadas.






















De vuelta en suelo firme, bajamos a la Plaza de la Revolución a volver a vernos con el Ché y Camilo Cienfuegos y a hacer las fotos de rigor (incluso lactando).



Y nos ponemos en marcha hacia la Universidad, caminando al lado de un campo de béisbol que parece bastante profesional y de repente... ¡Sorpresa! Una pelota de béisbol olvidada aparece a nuestros pies. Seguimos caminando con nuestra usada pelota y nos sorprendemos de que en una gran ciudad como La Habana, pueda haber árboles de este tamaño junto a la carretera.


No podemos pasar a ver la universidad, por lo que tras la foto obligada, toca seguir bajando hacia los grandes edificios camino al malecón.


Pasamos por el Hotel Habana Libre (Habana Hiltonhasta la Revolución) y nos sorprendemos de lo horroroso que es (en nuestra opinión) y de qué caros son los restaurantes de esta zona. Pero hay que comer, y nos decidimos por un restaurante cercano.


Caminamos hasta el Hotel Nacional de Cuba, en su día sede de la mayor reunión de la Mafia de la historia. El lugar y las vistas que ofrece son espectaculares.




Seguimos hacia el malecón y tras ver el monumento a las víctimas del Maine, seguimos caminando hacia la Embajada de EEUU. De camino, pasamos por supuesto por la Plaza-tribuna anti-imperialista situada justo enfrente de dicha embajada (no se andan con disimulos estos cubanos) y mientras hacíamos unas fotos, un chico nos avisa desde lejos, de que no podemos estar ahí, e inmediatamente un policía hace sonar un silbato insistentemente... Salimos pitando de allí agradeciendo al chico el aviso, pero con las fotos.


Paseamos por el malecón y jugamos a tirar caracolillos al mar con Luar, mientras vislumbramos a lo lejos nuestro próximo destino: los fuertes.


Desde allí caminamos hasta casa con la intención de descansar el resto de la tarde, pero terminamos saliendo al parque cercano a conectarnos al wifi y jugar con el peque.


Ondoloin!

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