jueves, 30 de abril de 2015

Día 97 (27/04/15) - Aeropuerto de Dallas

Llegamos a Dallas sobre las 5:30 y por supuesto, toca pasar el más que riguroso control de aduanas y de seguridad. Como ya temíamos, aunque por otros motivos (la barba de Roberto principalmente), el primer paso nos hace perder algo de tiempo, a pesar de que hay un moderno sistema de control de aduanas. El caso es que ambos rellenamos un formulario en un ordenador después de escanear los pasaportes. Se imprimen unos justificantes y ¡sorpresa! El de Roberto aparece con una enorme X sobre sus datos, así que el señor que da el paso hacia el control de seguridad le envía a otra cola para que otro agente le haga unas preguntas. Una vez ahí, lo más costoso es hacer la cola, porque nada más llegar donde el agente, le sella el pasaporte. En fin, burocracia (y recuerdo a Mafalda con su tortuga...).

El control de seguridad ya lo conocíamos: enorme cola, sin zapatos, bolsillos vacíos... y la enorme máquina (que parece de la NASA) que te hace un super escáner, girando sobre todo tu cuerpo. Pena que no se puedan hacer fotos ahí, porque explicarlo ¡es bien difícil! 

Total, que pasamos todos esos controles y finalmente ¡somos libres!


¿Libres? Ah, no. Se nos olvidaba que nos quedan 10 horas en el aeropuerto de Dallas (Texas), sin nada que hacer... ¿Nada que hacer? ¡Pero si hay 5 terminales y un metro exterior que las conecta! Pasamos gran parte de esas horas paseando por las terminales y alucinando con el look de los trabajadores del aeropuerto: van con sombrero de cowboy y camperas! 


Además y en honor a la verdad, hay que admitir que todos los trabajadores que nos atienden en el aeropuerto son amables y muy atentos, muy en contra de nuestros prejuicios... Cuando ya nos hemos aburrido de dar vueltas, nos acercamos a nuestra terminal y comemos algo, tras lo cual, nos sentamos a ver despegar aviones cada minuto (o menos). ¿Podéis ver el que está despegando al fondo?


Con más de una hora de retraso, porque le estaban cambiando una rueda al avión (¡!), embarcamos y descubrimos la última sorpresa del día: el avión es tan mierda, que ni siquiera tiene las pantallas individuales que todo vuelo internacional (hasta ahora) ha tenido. No nos lo podemos creer, ¡es un vuelo de 10 horas! ¡Sólo queríamos jugar al tetris!


Y la traca es cuando nos dicen que, a pesar del retraso, vamos a llegar puntuales a Madrid. Y pensamos: ¿los americanos pueden hacer que el mundo vaya más rápido? ¿Que los aviones sean de repente más rápidos? 


Nada más entrar nos ofrecen un snack y acto seguido la cena (y es que aunque en Dallas son casi las 17:00, en España ya es de noche y tienen la deferencia de ayudarnos con el jet lag). Roberto se dispone a dormir; Naiara no tiene ni pizca de sueño, así que ve la peli "obligada". La noche será muy larga para ella... Ondoloin!

miércoles, 29 de abril de 2015

Día 96 (26/04/2015) - Adiós Chile

Suena el despertador y casi automáticamente nos ponemos en marcha. Recogemos la cama y todo alrededor y nos ponemos a tope con las mochilas, no sin antes recortar la barba de Roberto para que en Estados Unidos no le busquen mucho las cosquillas. 


Todo preparado, nos vamos a comer tempranito y encontramos un lugar auténtico, de los de toda la vida, donde nos sirven una cazuela de vacuno (que nos faltaba probar) para chuparse los dedos.


El momento del adiós se acerca y nos vamos poniendo entre nerviosos y tristes. Tanto tiempo por estas tierras caminando acompañados de tanta gente... y al final del camino, compartimos con Carolina y Daniel, que nos han tratado taaan bien. No hay palabras para agradecer todo lo que han hecho por nosotros, así que simplemente, gracias de todo corazón. ¡Os esperamos!


Un autobús nos lleva a Santiago, de allí otro al aeropuerto y allí, hacemos el check in y tomamos un cafecito tratando de asimilar que es verdad, que nos vamos a casa. Control de seguridad y paseo por el duty free, pero como hacemos escala en EEUU y no se pueden meter líquidos en el país (ni siquiera del duty free), nos quedamos sin vino chileno... Nos cagamos en todas sus paranoias, pero nos quedamos sin vino. 

El vuelo sale muy puntual, nos sirven la cena y a intentar dormir, nos esperan diez horas de vuelo hasta Dallas.


Ondoloin!

Día 95 (25/04/2015) - Día casero en Viña del Mar

Nos despertamos muertos de sueño, pero hoy no hay excusa: es sábado, el último día para poder recibir la tablet. Nos vestimos rápidamente y sin meter nada al estómago, nos vamos a la agencia Turbus a probar suerte. 

Llegamos en unos minutos y con toda la esperanza en la voz, preguntamos por nuestro paquete. El señor, serio, nos dice que la tablet ha llegado a Santiago de Chile. "¿Llegará hoy a Viña?" Mirada pasmada: "Claro que no". A la mierda toda la esperanza. Discutimos un poco, rogamos otro poco... pero la tablet se queda en un almacén de Santiago. 

Con algún año menos de vida y mucha mala leche, nos vamos hacia casa, pero paramos a desayunar y a comprar los ingredientes para hacer una paella para nuestros anfitriones. 


Ya en casa y con la tristeza compartida, cocinamos todos durante horas, hasta que preparamos una comida riquísima: macha con parmesano (vieiras) y paella marinera! 


Cuando terminamos de comer, decidimos echar una siestita por el madrugón después de acostarnos tan tarde ayer, pero empezamos con el blog y ya no hay manera. Lo dejamos actualizado antes de partir hacia casa mañana. 


Cenamos cualquier cosa y Dani y Carol nos llevan de fiesta por Valparaíso y... ¡qué maravilla! Vamos carreteando por sus calles, visitamos el taller de una amigo artista, conocemos a otra amiga cuyo patio de casa es el más codiciado (y lleno) y finalmente, terminamos en el PROA, un local con diferentes ambientes en vertical, con una terraza superior abierta. Bailamos de todo: desde SKA-p hasta cumbia.

Pero el cuerpo no da para más y nos volvemos para casa. Mañana diremos adiós a Chile y a toda la Sudamérica que hemos conocido... Ondoloin!

domingo, 26 de abril de 2015

Día 94 (24/04/2015) - Costa pacífica

El día de hoy lo hemos organizado para conocer un poco la costa norte de esta partecita del pacífico, por lo que después de desayunar, salimos en el coche de Carolina hacia allá. En la primera parada, todavía muy cerca de Viña del Mar, vemos a un buen número de lobos marinos descansando en las rocas... son tan parecidos a la rocas, que nos cuesta verles. 


Seguimos adelante y llegamos a la roca oceánica, desde donde las vistas son preciosas... y eso que el día no se ha despejado todavía. 






Llegamos a Horcón sobre la hora de almorzar, así que decidimos comer unas empanadas de marisco y queso que tienen tanto relleno, que otro perro nos sigue relamiéndose por todo el paseo.



La playa es hermosa y Naiara se dedica a recolectar conchas preciosas como recuerdo. Paseamos por su costa y encontramos El Puente de los Deseos, donde muchas personas traen cintas con sus deseos escritos en ellas, para atarlos en el puente. Queda tan bonito!




Para jugarnos el café, decidimos echar una partidilla a futbolín. Está bien reñida, pero cuando íbamos empatados a 7, nos han metido el gol de la derrota... Pero cuando veáis dónde tomamos una copita, entenderéis que no nos haya importado invitar!


Finalmente llegamos a Zapallar, un pueblito costero impresionante, lleno de casas preciosas mirando al mar. Paseamos por un caminito de costa hasta llegar a su playa, donde el refrigerio nos espera.




Y de repente... ¿es Daniel un OVNI?


Llegamos a una especie de montecito y la sensación de estar encima del mar, en silencio total... es única!


Y por supuesto, las vistas desde allí...




Llegamos al restaurante y pedimos unos spritz (sí, como los de Venezia) acompañados de unos canapés de marisco. Pero lo más importante es dónde está el restaurante, a orillas del mar y con una espléndida vista del atardecer.




Otro gran día que termina con una cena entre amigos que se alarga hasta casi por la mañana, charlando sobre la vida en general y las nuestras en particular.


Ondoloin... edo egunon!

sábado, 25 de abril de 2015

Día 93 (23/04/2015) - Locura de tablet, paseos y sushi

Nos despertamos rodeados de músicos, desayunamos charlando sobre la vida y salimos a tratar de solucionar el tema de la tablet, que parece que no llegará a Viña del Mar antes de que nos vayamos. A pesar de que hablamos con unas dos mil personas (y también algún neardental), sólo podemos esperar y rezar todo lo que sepamos para que llegue a tiempo. 

De vuelta en casa,  Daniel y Demian (el vocalista) nos enseñan a preparar un completo: bocadillo de salchicha con palta, tomate picado, mayonesa casera y pebre. De-li-cio-so.


Daniel se ofrece a enseñarnos partes no tan conocidas de Valparaíso y estamos más que encantados de seguirle por sus callecitas. 




Queríamos subir por el ascensor de Polanco, el único en forma de ascensor que sigue en funcionamiento (los demás son funiculares), pero resulta estar cerrado por reparación...


...así que seguimos paseando!



Y puede que parezca raro, pero hay quien sigue de cerca nuestros pasos hasta que llegamos a otro ascensor, teniéndonos que despedir de él... ¡Hasta otra Míster Bones!



Finalmente, antes de encontrarnos con Carolina que sale del trabajo, nos lleva hasta una calle muy curiosa donde todos los edificios tienen la misma traza.
 

La cena en un restaurante auténticamente japonés es maravillosamente exquisita y su cocinero y dueño, Takashi, un amor! 


Después de cenar vamos a un garito tipiquísimo deValparaíso, el Liberty, el bar más antiguo de la ciudad. Allí, todos los jueves se reúnen jóvenes y viejos borrachines a cantar y escuchar cueca, un tipo de música parecida a las jotas mañicas, con mucho mucho arte!


Gracias de nuevo por otro gran día. Ondoloin!

Día 92 (22/04/2015) - Valparaíso

Despertamos con calma, desayunamos todos juntos y con sus consejos (y el plano que Daniel nos dibuja), cogemos un minibús a Valparaíso que va rodeando toda la costa. El trayecto es brevísimo, porque ambas ciudades están prácticamente unidas, así que en un periquete estamos subiendo por el ascensor del Peral para alcanzar uno de los cerros de la ciudad, desde el que vamos conociendo poco a poco.




Valparaíso, a quien Neruda dijo "Valparaíso, qué disparate eres... qué cabeza con cerros, desgreñada, no acabas de peinarte... siempre te sorprendió la vida ", es famosa por su actividad artística y su alma bohemia. No es difícil comprender su fama cuando vemos los miles de grafitis que adornan sus calles, a cada cual más bonito.




Paseamos por sus calles hasta que nos da el hambre y aunque no encontramos el restaurante que nos han recomendado, comemos en un local pequeñito y con música brasileira, que nos hace recordar los negocios de este estilo de nuestra zona.


Mientras seguimos paseando, se nos van contagiando las maneras porteñas, el relajo y la alegría simplemente por estar. 






Vamos bajando hacia la zona portuaria de Valparaíso, con una gran actividad como podréis apreciar, y que colabora en dar color a la ciudad.



Cuando volvemos para la casa, Daniel está en su ensayo musical, por lo que compramos alguna cosa para la gran cena de hoy: un asado chileno en compañía de amigos de Carolina y Daniel. Nos encontramos con ellos para culminar la compra y nos ponemos manos a la obra en la azotea de la casa. Roberto y Daniel se encargan del asado, mientras va llegando la gente y las copas comienzan a llenarse de caldo chileno... ¡maravilloso! 


El resto es increíble. Poder compartir un asado en compañía de esta gente tan bonita, terminando con un recital de boleros y cumbias en directo... ¿Qué más se puede pedir? 

¡Gracias a todos por haber hecho de esta noche algo tan especial! Ondoloin!