domingo, 25 de enero de 2015

Día 4 (24/01/2015) - Mercado de Otavalo

El despertador suena a las 5:30 de la mañana, el día comienza temprano ya que vamos a Otavalo, para lo que necesitamos coger tres autobuses y algún otro medio de transporte como veréis más adelante.

Tomamos el primer bus hacia la terminal de Ofelia, como hicimos ayer cuando fuimos a Mitad del Mundo; hasta ahí todo bien. Nos habían dicho que luego teníamos que coger otro bus para ir a la terminal de Carcelen, donde se coge el bus hacia Otavalo. Preguntamos hasta a cuatro personas dónde podemos coger ese bus y tras mucho sudor lo conseguimos. Le decimos a la señora que nos cobra que nos avise para poder bajarnos en la parada que queremos, pero o se olvida o le damos igual, con lo que nos pasamos la parada. Después de decírselo, nos deja en medio de la nada y nos dice que cambiemos de carril para coger un bus de vuelta, pero ya nos hemos rayado, con lo que cogemos un taxi que por dolar cincuenta nos lleva a la puerta de la terminal. Compramos el ticket y tras hacer acopio de comida para desayunar, logramos por fin montarnos en el bus que nos llevará al mayor mercado andino. Nos quedan alrededor de dos horas de viaje.


El camino es una imponente sucesión de montañas y volcanes, rodeados de valles y gargantas espectaculares. Sentimos no poder ofrecer fotos, pero tendréis que fiaros de nuestras impresiones... o venir a verlo!

Finalmente llegamos a Otavalo y tras coger un taxi por un dolar,  nos plantamos en el mercado de animales. Mientras caminamos ya podemos ver y oir a muchos indígenas con chanchos (cerdos), gallinas, cuys o perritos dirigiéndose hacia el mercado para vender o intercambiar mercancía.



Como veis hay de todo: vacas, terneros, chanchitos, pollitos, patitos, cabras, ovejas, ocas, gatitos... Y sin duda lo más bonito, la gente.




Después caminamos hasta el mercado de artesanía, donde literalmente, nos volvemos locos con tantos colores alegres y vivos. Hay de todo y de todas las maneras y colores: ponchos, pañuelos, gorros de lana, mantas, collares, alfombras...



Por lo que nos invade una constante sensación de contrariedad por estar comenzando el viaje y no terminándolo, para poder llevarnos más cosas para la casa o para los familiares y amigos. Lo sentimos... En todo caso, algo nos llevamos y disfrutamos de cada regateo, de cada sonrisa de las señoras quichuas artesanas. Ahí van algunas fotos para que os hagáis una idea.



Comemos allí mismo, entre ellos, y seguimos paseando entre los miles de puestos por el mero placer de alegrar los ojos y observar a estas gentes tan maravillosas. Algunas estampas son realmente hermosas.



Finalmente toca empezar a volver a Quito y nos despedimos con algo de pena de Otavalo. Todavía es de día cuando llegamos a la ciudad y sólo ha empezado a oscurecer cuando entramos al hostal. Ha sido un día movidito, por lo que decidimos quedarnos aquí a reorganizarnos. Mañana toca Mindo y prepararlo todo para la selva... pero eso es otro cuento. Ondoloin!

2 comentarios:

  1. Me gusta que recién llegan y ya estás utilizando diminutivos!

    ResponderEliminar
  2. Sí, es que acá todo es "arribita", "abajito", "callecita"..... maravilloso!!!

    ResponderEliminar