Esta noche ha habido cambio de hora y como hemos tenido una hora más para dormir, no nos cuesta madrugar para coger el bus a Cienfuegos. Desayunamos con la señora Teresa y nos despedimos de ella agradeciéndole el buen trato que nos ha dado. Después, nos cargamos todo a la espalda y caminamos hasta la estación de autobuses. Luar hace el trayecto de hora y media dormido y cuando llegamos, ya nos están esperando en la terminal.
Ana Teresa es nuestra anfitriona en Cienfuegos y nos da la bienvenida con Daniel, el niño de la casa de 3 años, quien no se separa de nosotros (sobre todo de Luar) hasta que volvemos a salir a la calle. Hoy nos tomamos el día con calma, es domingo y la mayoría de las cosas están o bien cerradas, o bien abiertas con un horario muy limitado, así que llegamos al parque José Martí y admiramos los edificios que lo rodean.
La Catedral y el Teatro Terry están hoy cerrados, así que entramos al museo provincial, antiguo casino de la ciudad, donde podemos admirar piezas muy variadas: desde muebles y objetos del casino, hasta fotografía y escultura contemporáneas, pasando por un enorme fresco y una caja de música en funcionamiento.
El calor aprieta y tras pasear un poco hacia el muelle, volvemos al parque donde rápidamente nos vemos rodeados de niños y más niños, con los que Luar juega sin parar.
Vemos el atardecer en el muelle, donde unos pescadores nos enseñan cómo pescan con red allí mismo. Los colores del cielo son un espectáculo.
Cenamos barato y bien en un restaurante del Prado y nos retiramos a descansar. El día ha sido calurosamente duro. Ondoloin!






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