lunes, 22 de enero de 2018

Día 16 (08/11/2017) - El Ché vive II

Esta noche ha sido movidita (por el niño) y nos despertamos más tarde de lo previsto, ya que queremos ir a pie al mausoleo del Ché y si nos retrasamos, el sol nos dará de lleno. Desayunamos, preparamos algo de fruta para el hamaiketako y ¡en marcha! Tenemos un par de kilómetros de caminata, así que vamos buscando la sombra aunque parece que hay algunas nubes... De camino nos paramos a ver los murales (bastante irónicos y con doble sentido) que artistas locales han realizado basándose en la relación EEUU-Cuba y en el mundo en general.





















Seguimos caminando hasta el Conjunto Escultórico Comandante Ernesto Ché Guevara, plato fuerte de Santa Clara y de gran valor "sentimental" para nosotros. Es una plaza enorme que está separada en dos por la carretera, y coronada por una estatua del Ché erigida en 1987 (¡¿coincidencia?!) para conmemorar el 20º aniversario del asesinato del Comandante en La Higuera, Bolivia (donde ya estuvimos hace unos años, míralo aquí El Ché vive ). 



Junto a la estatua, escrita en bronce sobre la piedra, la carta de despedida del Ché a Fidel y al pueblo cubano, pone los pelos de punta. Para Naiara es uno de los puntos de inflexión de este viaje, como lo fuera la Quebrada del Churo en Bolivia, y se emociona (todo lo que Luar le deja).



Detrás de la estatua, está el mausoleo que contiene 38 nichos tallados en piedra en honor a los otros guerrilleros fallecidos en Bolivia y está rodeado de vegetación, tal vez recordando el lugar donde fueron emboscados. En 1997 los restos del Ché y otros 16 de ellos se recuperaron de una fosa común en Vallegrande, Bolivia y se depositaron aquí, tras lo cual Fidel Castro prendió la llama eterna el 17 de octubre en el interior de este mausoleo. No tenemos imágenes del lugar, ni del museo colindante (con objetos de la vida del Ché), porque está prohibido acceder con nada que no sea un pequeño bolso de mano (como anécdota, Luar iba dormido en la mochila y me pidieron que la dejara en la consigna...¡hasta que vieron al niño!).

Mientras visitamos el "jardín-cementerio" del exterior donde también hay una llama permanentemente encendida, cae un chaparrón de escándalo (señal que Naiara interpreta positivamente por "mitos" familiares del pasado) y nos tenemos que refugiar bajo unas buganvillas. Ponemos unas flores en la llama eterna, nos despedimos hasta siempre del Comandante y nos ponemos rumbo a la ciudad comentando qué sensación tan diferente vivimos en la Quebrada del Churo y La Higuera, más íntima, más profunda en aquella ocasión; no sabemos si más personal o más mística, pero seguro diferente.


Cruzamos toda la ciudad hasta la estatua del Ché y el Niño, situada junto a la oficina provincial del Partido Comunista de Cuba (único partido político legal en Cuba), que muestra al Ché con un bebé en brazos, simbolizando ese "hombre nuevo", la nueva generación.


Luar se despierta y decidimos que es hora de visitar el Monumento a la Toma del Tren Blindado, punto final de nuestro peregrinaje. El 29 de diciembre de 1958 este lugar y el tren pasaron a la historia cuando el Ché y un grupo de 18 jóvenes revolucionarios hicieron descarrilar un tren blindado que llevaba 350 soldados de Batista, valiéndose de un buldózer (que enloquece al pequeño) y cócteles molotov caseros. Aunque parezca de ficción, ganaron la batalla y derrocaron la dictadura de Batista.



Sólo un par de vagones ofrecen información sobre la operación, el resto ha sido "rellenado" con exposiciones de arte y demás, pero aún y todo, merece la pena.




















Terminada la ruta de hoy, vamos a comer langosta al restaurante El Gobernador (recomendado por familia cubana) y pasamos la tarde jugando en la plaza.


Ha sido un día de reencuentro muy emotivo. Ondoloin!

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