lunes, 29 de enero de 2018

Día 20 (12/11/2017) - A Viñales

Hoy toca viajar hasta Viñales y lo hacemos en dos tramos: Varadero - La Habana y La Habana - Viñales. Los adultos nos despertamos temprano y bajamos a desayunar por turnos, porque hoy que toca madrugar, Luar duerme más que nunca.

A las 8:30 en punto, el taxi colectivo nos recoge en el hotel y decimos adiós a Varadero sin pena: no ha sido una gran experiencia y no creemos que se vuelva a repetir. Por el camino, no falta la conversación política con el conductor, que responde a todas las cuestiones que le planteamos nosotros y también el chico argentino con el que viajamos. Él es definitivamente castrista o al menos, no es abiertamente anti-castrista. Hacemos una parada para estirarnos y disfrutar de las vistas.


Llegamos a La Habana y tras dejar al argentino cerca de su casa, el conductor nos lleva a la terminal de buses donde cogemos otro colectivo que compartimos con una pareja alemana. Ellos pararán en Soroa (a pesar de que inicialmente iban a Las Terrazas) y de camino, charlamos con el nuevo conductor (médico entre semana y taxista los findes) sobre todo lo humano y lo divino (con la tarea de traductora de Naiara, para los alemanes).

Al final el viaje se nos hace larguísimo y llegamos a Viñales a las 14:00. La casa a la que vamos esta completa, pero ya se ha encargado de buscarnos alojamiento en la casa de su hijo. Llegamos, dejamos todo en la habitación y salimos a comer. Luar está reventado y en cuanto lo ponemos en la mochila se duerme, así que aprovechamos para familiarizarnos con el pueblo.


Paseamos por la calle principal (chequeando precios de comida) y estamos un rato en la plaza conectados al wifi para avisar a la familia de que estamos bien. Como el niño no se despierta, seguimos caminando por entre unas casas y siguiendo la silueta de los mogotes con la ilusion de tener una buena vista y tras caminar un rato y recibir indicaciones de unos turistas (sentados en sendas hamacas en el porche de una casa, mientras sus hijos juegan con los niños de la casa), logramos acercarnos bastante a uno de ellos.





Cuando el niño se despierta, jugamos un poco en la plaza y paseamos un poco más hasta la hora de cenar.


Estamos rendidos y decidimos retirarnos hasta mañana, que haremos una caminata con un guía por el valle de Viñales. Ondoloin!

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