Nos despertamos después de unas pocas horas de sueño en el aeropuerto, no ha sido tan plácido como en Yakarta, pero tampoco nos vamos a quejar...
Haciendo el check in, alucinamos porque antes de entrar en India ya nos están preguntando cuándo salimos y ante nuestro asombro, tenemos que enseñarle el vuelo de vuelta para poder hacer el embarque.
Gastamos las últimas rupias y hacemos el vuelo más corto de la historia: 45 minutos! Ya en India, cogemos un taxi hasta la estación de autobuses donde un autobús nuevito nos espera. El destino es Varkala, un pueblo costero de Kerala.
De camino conocemos a Susan, una alemana un tanto excéntrica que nos facilita mucho las cosas dándonos referencias de precios, tiempos y demás. Finalmente, un rickshaw nos lleva al hotel que tenemos reservado, el Bamboo Village, donde dejamos todo antes de bajar por el acantilado hasta la playa.
Es domingo y la playa está llena de locales que se bañan vestidos (como Naiara pudo comprobar hace ya 7 años), sobre todo las mujeres, quienes no meten más que los pies en el agua.
La comida nos transporta a otros tiempos y aunque no sea el rostro de la India que conocemos (mucho menos turística que esta), engancha igual. Antes de nada, que quede claro: NOS GUSTA INDIA!
Haciendo el check in, alucinamos porque antes de entrar en India ya nos están preguntando cuándo salimos y ante nuestro asombro, tenemos que enseñarle el vuelo de vuelta para poder hacer el embarque.
Gastamos las últimas rupias y hacemos el vuelo más corto de la historia: 45 minutos! Ya en India, cogemos un taxi hasta la estación de autobuses donde un autobús nuevito nos espera. El destino es Varkala, un pueblo costero de Kerala.
De camino conocemos a Susan, una alemana un tanto excéntrica que nos facilita mucho las cosas dándonos referencias de precios, tiempos y demás. Finalmente, un rickshaw nos lleva al hotel que tenemos reservado, el Bamboo Village, donde dejamos todo antes de bajar por el acantilado hasta la playa.
Es domingo y la playa está llena de locales que se bañan vestidos (como Naiara pudo comprobar hace ya 7 años), sobre todo las mujeres, quienes no meten más que los pies en el agua.
La comida nos transporta a otros tiempos y aunque no sea el rostro de la India que conocemos (mucho menos turística que esta), engancha igual. Antes de nada, que quede claro: NOS GUSTA INDIA!
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