martes, 4 de noviembre de 2014

Día 29 (2/11/2014) - Kandy

Toca despedirnos de Polonnaruwa e ir camino de Kandy. El viaje durará aproximadamente unas cuatro horas, así que el dueño del hotel después de desayunar y haberle pagado la estancia, nos regala un poco de pastel de coco casero para el camino, todo un detalle, verdad?

Llegamos a Kandy después de bastante lluvia y de no ver elefantes (desde que vimos los otros, Naiara sufre una obsesión persistente), y nos toca buscar donde alojarnos. Nos dirigimos hacia la zona de los guest house y un señor mayor nos dice que él nos lleva y vamos a verlo. Decidimos quedarnos ya que esta nuevo y conseguimos regatear hasta tener un muy buen precio. Pero la historia tiene miga... Anécdota, esto es lo que vemos en el riachuelo de al lado:


Comemos y nos vamos a ver la reliquia de la ciudad, un templo que alberga un diente de Buda, rescatado de su pira funeraria traído hasta Sri Lanka en la calesa de una princesa.



Menos el diente (que está guardado en una caja de oro, dentro de otra, dentro de unas puertas macizas de plata labradas...) vemos todos los demás edificios y salas del recinto.


Después, dedicamos el resto del día a pasear por el lago de la ciudad, que resulta muy relajante.


De vuelta al hotel, nos empezamos a mosquear porque el wifi no funciona, nos nos queda el desayuno en el precio... y al sentirnos estafados, pedimos cuentas a los dueños, quienes nos ofrecen mil soluciones al problema y una verdad terrible: el señor mayor que nos ha llevado hasta el hotel (que nosotros creíamos familia), no es más que un buscavidas que les pide una comisión del 30% por cada cliente que les lleva, bajo amenaza de hacerles mala publicidad y espantarles clientes. Nos hablan con resignación y rabia, sabiéndose incapaces de luchar contra esta gentuza.

Lo malo ya está expresado, esa tremenda injusticia; lo bueno es que ya lo sabemos para la próxima (y vosotros también) y que hemos podido compartir pesares y conectar con esta gente que  acabamos de conocer. Al fin y al cabo, las personas, sean de donde sean, tienen similares preocupaciones y problemas y aunque suene feo, es bonito sentir que de alguna manera estás unido a otros tan lejanos...

En fin, está dicho, jamás hay que hacer caso a los tíos que van ofreciendo habitaciones, son parásitos y se llevan el dinero del esfuerzo de otros. Siempre hay que ir solos al hotel. Dicho queda.

Con el sabor de la injusticia en la boca, salimos de nuevo a Kandy, esta vez a cenar. El lago está precioso de noche y tras varias fotos, nos retiramos a dormir.



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