martes, 25 de noviembre de 2014

Día 49 (22/11/2014) - Munnar

Suena el despertador y notamos que no hemos dormido bien, hoy no será un día fácil... A las 5:30, de noche, salimos a la calle tratando de parar un rickshaw que nos lleve hasta el muelle para coger el barco a Ernaculam. No hay ni un alma... ni un rickshaw, por lo que andamos 1,5 km hasta allí para, cuando ya veíamos el muelle, ver partir nuestro barco... Nos hace falta decir que la desilusión, junto con la caminata mañanera y la falta de sueño, hace que nos desinflemos un poco. Tanto, que no se nos ocurre fotografiar la hermosa estampa del amanecer en el muelle; lo sentimos mucho.

Cogemos el siguiente barco y conseguimos llegar a la estación de buses de Ernaculam, donde por suerte, nos encontramos con una pareja francesa (él habla español) y una chica austríaca con los que compartimos el viaje. Entre la charla y la espera, nuestro humor va cambiando y nos volvemos a sentir positivos.

El trayecto en bus tiene de todo, pero sobre todo, unas vistas preciosas de las montañas y valles que hay hasta llegar a Munnar.


Y al llegar a Munnar, una especie de dejà vu nos asalta; miles de árboles de té visten las montañas de colores verdes, ¡parece Sri Lanka!


Llegamos a Munnar y decidimos ir en grupo a buscar alojamiento, pero definitivamente no resulta ser buena idea, ya que al tratar de negociar, se cierran en banda. Empieza a llover y decidimos separarnos, cuando vuelve el pesimismo a nosotros. Son casi las 14:00, llevamos una hora buscando alojamiento con la mochila en la espalda y nos empezamos a bloquear. Los precios apenas bajan y al final, cogemos una habitación limpia pero deprimente por 500 rupias (demasiado a nuestro entender).

Vamos a comer con el ánimo por los suelos y cuando el camarero pone sobre nuestras hojas de bananero ese arroz con dhal... todo cambia, la vida tiene sentido de repente!


Con la tripa llena y un chai calentito recién tomado, visitamos la iglesia de la ciudad, desde donde podemos ver la mezquita y el templo hindú, los tres construidos a la misma altura. Paseamos por el mercado y decidimos ir a la fábrica de té, para lo que cogemos un rickshaw que termina conduciendo Roberto ante la sorpresa del conductor!






Después, el conductor nos convence para llevarnos a ver unas vistas del valle y las montañas, y com se esperaba, las nubes lo tapan todo, por lo que Naiara se enfada con él por el engaño y ante esto, el rickshawerose dedica el resto de la "visita" a sacarnos miles de fotos con "las vistas".



Volvemos a Munnar y dedicamos el resto de la tarde a actualizar el blog tomando un lassi, porque no para de llover, tras lo cual volvemos al mismo restaurante a cenar; ¡qué placer!



De vuelta al hotel, nos tapamos todo lo que podemos y ¡a dormir!

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