Despertamos al amanecer, el día comienza con el avistamiento de aves, pero el tiempo no nos acompaña, parece que lloverá. En todo caso, nos da tiempo a ver alguna que otra especie distinta.
Nuestro querido guía David está obsesionado, igual que todos, con ver la super anaconda que algún otro grupo ha conseguido ver. Nos ponemos rumbo a su guarida, pero ya se ha ido, hoy solo quedan restos de su piel, porque está mudando. Imaginándonos su enorme tamaño volvemos al lodge a desayunar.
Estamos felices de haber vivido esta experiencia en Cuyabeno, pero este va a ser nuestro último desayuno aquí y la sensación de despedida y de pena nos empieza a invadir. Nos sacamos la foto de grupo: gracias a todos por participar en nuestra aventura y por ser tan geniales, os estamos realmente agradecidos de todo corazón.
Pero sobre todo, gracias a David por ser no sólo un guía excelente, sino un gran amante de la selva. Gracias por compartir dolores y por todas las veces en que nos has pedido que nos quedemos, que volvamos. Todo saldrá bien y nos volveremos a ver.
Empezamos a volver a la civilización, es decir, volvemos a Quito, aunque tardemos todo el día. Tomamos la canoa motorizada y tardamos un par de horas en llegar al puente, lugar donde almorzamos y al rato tomamos el autobús que nos llevará a Lago Agrio.
Llegamos a Lago Agrio, y tras varias indecisiones por parte de los diferentes conductores, y despues de intentar tomar un café en vano, nos montamos en el bus que nos llevara de regreso a Quito. El camino es largo y aprovechamos para escribir el blog y elegir las fotos, siempre acompañados de la familia argentina que conocimos al principio. Pero el agotamiento es tal, que miren qué cara...
Al llegar a Quito son las 21:30 y corremos el gran riesgo de quedarnos sin cenar, así que vamos a una pizzería cercana acompañados por Anahí, Ricardo y Lola, la familia argentina. Es una pena que no haya fotos de esa velada, pero no podemos decir más que gracias, por la compañía, la conversación y la invitación de ir a Buenos Aires; veremos qué se puede hacer.
Al llegar a nuestro hostal, no nos habían reservado habitación y buscando alternativas con la pareja cubana que trabaja aquí, nos cuentan su miseria particular: él es cirujano plástico con mil especialidades y ella técnica en rayos X. Vinieron en busca de una oportunidad y terminaron explotados en Quito. Arreglamos una manera para dormir en una habitación y nos acostamos pensando en lo injusto que puede ser el ser humano...Ondoloin!
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