lunes, 23 de febrero de 2015

Día 32 (21/02/2015) - Kuelap

Nos despertamos al llegar a Chachapoyas, parece que hemos dormido bastante, a ratos, pero suficiente. Mochilas al hombro, nos dirigimos hacia la Plaza de Armas, con la intención de buscar alojamiento. Al final, el alojamiento nos encuentra a nosotros y conseguimos una rebaja en la habitación que nos ofrecen. Pero hay sopresa: el tour a Kuélap que queríamos hacer hoy sale en 25 minutos!

Sin pensarlo mucho, nos lavamos la cara y desayunamos algo antes de partir hacia allá con parte del desayuno en la mano.


Álex, nuestro conductor, nos dice que tenemos más de 2 horas y media de camino hasta Kuélap y nos quedamos alucinados, en el mapa se ve tan cerca... Pero durante el camino, comprendemos todo.


Antes de llegar a los restos arqueológicos, nos detenemos a observar desde lo alto, otras construcciones en la roca y las vistas son impresionantes.



Una vez en la entrada de Kuélap y a una altura de 3000 metros sobre el nivel del mar, nos toca subir unos 15 minutos más a pie hasta la ciudadela chachapoya y a pesar de un poco de fatiga por la altura, la recompensa es impresionante.


Los edificios más antiguos de la ciudadela son de alrededor del año 500 DC y los más nuevos, del 1500 DC, después de que los Incas tomaran el control del lugar. Dentro de las murallas, se han descubierto 500 edificios identificados como viviendas, por lo que se cree que unos 4000 - 6000 personas pudieron habitar el lugar.


Ni qué decir tiene que las vistas desde allí son espectaculares, viéndose montañas muy lejanas.




También vemos el Templo Mayor, donde se cree que se hacían las ofrendas a los Dioses y donde se encontraron vasijas, huesos y conchas espondylus (muy sagradas en su cultura). En una de sus paredes, se puede apreciar un rostro tallado, que se relaciona con el chamán de la comunidad.



Podemos ver los restos de las casas de los chachapoyas, en las que se cree que vivían de 6 a 8 personas por vivienda. La reconstrucción de una de ellas ayuda a imaginarse lo bonito que sería el asentamiento.



Además, nuestro guía nos explica que todos los pueblos andinos comparten una misma cosmovisión y nos lo expone por medio de la constelación de la Cruz del Sur. Es realmente interesante.



Definitivamente, las vistas de la ciudadela hablan por sí solas, ¿no os parece?


Al bajar de allí y mirar hacia abajo, nos hacemos conscientes de la altura a la que estamos y al preguntar al chófer la distancia entre la carretera de tierra y el fondo del acantilado por cuyo filo vamos... 800 metros de caída hasta el río que está al fondo del valle! Disfrutadlo:



Durante la comida, hacemos amistad con una pareja chilena que nos invita a visitarles en Valparaíso y pasamos parte de la tarde en su compañía. Duchita y paseamos por el pueblo un rato.



Vamos a cenar a un lugar que resulta tan deprimente como la comida en sí y decidimos retirarnos al hotel porque comienza a llover.

Buenas noches, mañana toca la Catarata de Gocta!

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