miércoles, 11 de febrero de 2015

Día 19 (08/02/2015) - Nariz del Diablo

El despertados suena a las 6:30 pero la noche ha sido tan movidita, sobre todo para Roberto, así que remoloneamos un buen rato hasta poder levantarnos. Nos vestimos rápido y vamos a la estación del tren. El tiempo esta bastante nublado y la lluvia no cesa, pero aun así y ya que hay plazas para el tren de las 8 de la mañana, compramos los billetes.


Cuando estamos dispuestos a pagar los 50$ (!!!) , nos dicen que no paguemos todavía porque que el tren está averiado y no saben si podrá salir. Alucinando con nuestra (mala) suerte, nos vamos a desayunar al garito de al lado de la estación y mientras estamos en ello suena la megafonía avisando que el tren saldrá. Pagamos el desayuno y el billete y nos montamos en tren por primera vez en Ecuador, nos dirigimos a la Nariz del Diablo.

Comienza el camino y el tren empieza a descender hacía el pueblo de Sibambe. Las vistas de las montañas son realmente maravillosas a pesar de que el tiempo no acompaña del todo, pero al menos ha dejado de llover...




Hay una guía en el vagón, que nos va contando la historia  de la construcción del recorrido de la Nariz del Diablo. Parece ser que entre finales del siglo XIX y principios del XX, trajeron como mano de obra alrededor de cuatro mil esclavos de América central, de los cuales unos 2500 murieron durante la construcción. Cuenta la leyenda que el mandatario del momento hizo un pacto de sangre con el Diablo para poder llevar a cabo la obra, de ahí el nombre de la misma. Además, vista con perspectiva (e imaginación), la montaña tiene forma de cara...



El otro punto fuerte del trayecto es la obra de ingeniería que se llevó a cabo, ya que el tren sólo puede moverse en una inclinación máxima del 5%, y para sortear el problema geográfico, tuvieron que construir la vía en zig-zag, es decir, un tramo de la subida de la nariz del diablo, el tren va hacia atrás, para después volver a ponerse hacia adelante tras el cambio de raíl.

Disfrutamos del recorrido contemplando las vistas y gozando de lo mágico que es para nosotros viajar en tren.



Una vez acabado el viaje y tras llegar otra vez a Alausí, donde vemos cantidad de indigenas que vienen al mercado, cogemos las mochilas y nos vamos a por el autobús que nos llevará a Cuenca. Nos toca esperar un ratito...



Cuatro horas más tarde llegamos a Cuenca y tras comer algo en la terminal de autobuses, cogemos un bus urbano que nos acerque al centro. Preguntamos en un sin fin de hostales, pero alucinamos con los precios, que son altísimos y no incluyen ni baño privado, ni desayuno. Tras dar varias vueltas y comparar, nos quedamos en El Cafecito por una noche, ya que estamos muy cansados, pero mañana intentaremos buscar algo mas económico.

Salimos a dar una vuelta por Cuenca y nos da una primera impresión maravillosa. Cenamos en cualquier sitio y nos acostamos. Mañana será otro día, mañana toca Cuenca.


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