Nos despertamos envueltos en un grueso edredón de plumas y con la luz del sol entrando por las ventanas. Definitivamente nos hemos dormido y no podremos ver el amanecer, pero sentimos el cuerpo bien descansado y después de desayunar en familia, decidimos bajar a la laguna hasta abajo.
Hace frío y el viento sopla muy fuerte, por lo que vamos bien abrigaditos con los gorros de lana que compramos en Otavalo.
La bajada es bastante empinada y las piernas lo notan, pero la recompensa está ahí:
La laguna del cráter del volcán se presenta bajo nosotros en todo su esplendor turquesa gracias a los rayos del sol.
Y no se puede hacer más que respirar hondo y sentir la grandeza del lugar.
A pie de la laguna, nos damos cuenta de que el viento no amaina y decidimos que no es un buen día para el kayak, no sea que acabemos atascados en la pared del cráter... Pero de verdad que da igual, el lugar y el momento son inmejorables.
Pasado un buen rato, decidimos comenzar con la subida que durará una hora y cuarto, y aprovechamos para ver alguna llama que pasta tranquila y para charlar con José, un lugareño que accede a sacarse una foto con nosotros (por 1$).
De vuelta al hostel, nos despedimos de Ana, Ricardo y Lola esperando verles pronto. Gracias por todo familia!
Lo que viene después es la desesperación de tener que coger 3 autobuses para llegar a Baños... Pero a pesar de todo, todo tiene su recompensa y si no, juzgad vosotros mismos:
Después de toda la odisea llegamos a Baños, y tras comparar precios nos quedamos en el hostal Transilvania. Damos una vuelta por la ciudad cuando ya ha anochecido y contemplamos su iglesia iluminada.
Cenamos algo y nos retiramos a descansar, el día ha sido duro, demasiados autobuses. Mañana disfrutaremos más de Baños.
Nik hor lo in nahi det! Doloin! ...ta muxu asko
ResponderEliminarDoloin ta muaaaaaaaaaa!!!
ResponderEliminarDoloin ta muaaaaaaaaaa!!!
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