Llegamos a Lima demasiado temprano, un taxi nos lleva al hostel y ¡suerte! La habitación está vacía y no tendremos que esperar a las 15:00 para tenerla. Acto seguido, nos metemos a la cama a dormir un poco más.
Al despertar, desayunamos en el comedor, una estancia chulísima con una barra americana, billar, futbolín y unas puertas enormes que dan a un balcón. El hostel es una mansión colonial en toda regla y hay un ambiente tranquilo y agradable. Un chico se acerca y nos ofrece un tour gratuito por Lima, para paseando, visitar los barrios de Miraflores y Barranco: nos apuntamos sin dudar!
La caminata la hacemos con otras personas del hostel: dos suizos, un señor francés, un alemán, una inglesa y una chica de Tazmania. Vamos, bien mezcladitos. Tras coger un bus, llegamos a Miraflores, donde podemos ver la niebla de la que nos ha estado hablando Julio, el guía.
Pasamos por el parque del amor, lleno de frases de amor de autores célebres y con una enorme escultura de una pareja besándose. El parque está en pleno acantilado y la niebla es increíblemente densa.
Caminando al borde del acantilado, llegamos al barrio de Barranco, más auténtico que el anterior, mantiene muchos edificios coloniales, siendo protegido por la municipalidad para que no cambien su imagen (rascacielos...).
Llega el final del paseo y decidimos comer todos juntos en un restaurante muy bien puesto del barrio de Barranco. La comida es espectacular... en las imágenes hay "causa de pulpo" y "sudado de pescado".
De vuelta al hostel, una duchita y salimos de nuevo, esta vez hacia el centro de la ciudad. De camino a la Plaza de Armas, los edificios coloniales se mezclan con otros menos vistosos y tenemos que admitir, que Quito nos gusta más que Lima... A pesar de ello, al atardecer Lima nos muestra una cara más bonita.
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