Día 56 (17/03/2015) - Valle Sagrado de los Inkas

Ayer conseguimos una verdadera ganga con las excursiones al Valle Sagrado de los Inkas, por lo que nos despertamos de buen humor y nos ponemos en marcha. Nos encontramos con Mariana y Nina en la Plaza de Armas y en poco tiempo salimos con el resto del grupo.

La primera parada es en una tiendita de artesanías, ya que según el guía, en los veinte minutos que han discurrido, nos hemos podido marear con las curvas.... empezamos mal.

Nos ponemos en marcha media hora después y por fin llegamos a el Valle Sagrado, donde visitaremos varias ruinas Inkas. Las vistas son espectaculares!

Las ruinas de Pisac son nuestra primera parada, donde el guía nos explica a grandes rasgos (demasiado grandes...) que esta ciudad era un centro administrativo de las diferentes aldeas de la zona. 

Nos explica también que justo en la montaña de enfrente, los habitantes de la ciudad enterraban a sus muertos y muestra de ello son los agujeros que se pueden ver en ella.

Desde que termina con la escueta explicación, nos da un total de 45 minutos para recorrer a nuestro aire las ruinas. Así que corremos literalmente para volver a tiempo al bus y empezamos a enfadarnos bastante.

Tenemos nuestras palabras con el guía, pero nos dice que el sólo cumple órdenes de las agencias... No entendemos cómo un tour por el valle sagrado puede dar prioridad a las compritas, antes que a las mismas ruinas...

Marchamos pues hacia Oyantaitambo, donde se encuentran otras de las ruinas más importantes del Valle Sagrado. Pero no iba a ser tan fácil... todavía pasamos otra media hora visitando una platería, uno de los motores económicos de la zona. 

Para cuando llegamos a las ruinas de Oyantaitambo el cabreo es importante... y si a eso le sumas la cantidad ingente de seres humanos (más o menos civilizados) que nos encontramos allí, la cosa no puede más que calentarse. 

El guía nos muestra los depósitos de comida que usaban los habitantes del lugar en una montaña situada al frente de la ciudad y también la formación rocosa que hace parecer la cara de un Inka. Nos explica por enésima vez la agricultura por terrazas y nos lleva hasta el Templo del Sol, donde nos vuelve a dejar solos a "explorar" las ruinas por otros 45 minutos. No podemos explicaros qué hemos visto aquí, porque ni nosotros mismos lo sabemos...

Tras volver a salir corriendo del recinto para que el bus no nos deje en tierra, nos encaminamos (¡sorpresa!) a una tiendita donde unas chicas hermosamente vestidas nos exponen el arte de tejer. No tenemos nada en contra de ellas, claro, pero se nos antoja desmesurado el "shopping" del tour. 

Nina se enfada y llega al límite, pero aún queda lo mejor. Pasados unos 10 minutos de trayecto, Roberto se levanta a preguntar cuánto queda para el último yacimiento, Chinchero, y la respuesta hace que la indignación se extienda. No vamos a hacer esa parada, así de simple. 

Ni qué decir tiene que le pedimos explicaciones y que nos miente descaradamente, por lo que le decimos que al no haberse cumplido el programa, iremos a la agencia a reclamar. Nos da mil y una excusas de que no se haya cumplido con la mitad del programa, pero ya no le damos crédito y se lo hacemos saber. 

Al llegar a Cusco y después de una cerveza para templar los ánimos, vamos a la agencia, donde nos encontramos con él allí. De su boca salen excusas, mentoras y tergiversaciones a mansalva y en más de una ocasión, los cuatro perdemos los nervios. La persona de la agencia nos escucha y alucina con la versión del guía, al que reprende en más de una ocasión (sin estar nosotros delante). El resultado: mañana tendremos el tour privado en Moray y nos llevarán también a Chinchero, donde tendríamos que haber ido hoy. Nos pide mil disculpas y agradecemos su ayuda y comprensión, al menos seremos compensados por tanta desfachatez...

Más tranquilos, nos vamos juntos a cenar a un mejicano que está cerca de la Plaza de Armas. Hoy cenamos con vino (incluido en el menú, claro) y brindamos por que mañana sea un mejor día. 

Ondoloin, si podemos!