miércoles, 25 de marzo de 2015

Día 59 (20/03/2015) - Islas del Titicaca: Taquile e Islas Flotantes de los Uros

Hoy toca visitar el lago Titicaca, el lago navegable más alto del Mundo, a 3810 metros de altura, por lo que nos levantamos muy tempranito. Como casi siempre en este viaje, nos toca esperar a que nos recojan y tardan tanto que tememos que se hayan olvidado de nosotros. De hecho, es muy probable que así haya sido, ya que nos llevan hasta el puerto en taxi y no en las furgonetas habituales.

Llegamos al puerto y está lloviendo bastante, por lo que vamos pasando de barco en barco por las cubiertas mojadas, hasta llegar al nuestro. Hay que decir que tiene muy buena pinta y parece nuevo, así que nos sentamos y nos disponemos a disfrutar del viajecito.



Ya en marcha, el guía que nos acompaña nos plantea visitar primero la isla de Taquile, ya que queda más lejos que las Islas Flotantes de los Uros, y tendremos más posibilidades de que la lluvia amaine. Dicho y hecho, cuando llegamos a Taquile no cae ni una gota y el paisaje es indescriptible.



Vamos caminando por el borde de la isla rodeados de árboles gigantes de eucalipto, por lo que la fragancia de la isla es bien fresca. Pasamos por unos arcos típicos de las islas del Titicaca, formados con piedras del lugar, sin que se hayan utilizado elementos de unión como arcillas.


Llegamos a la plaza central y nos encontramos con muchas personas con vestidos típicos, realizando artesanías como chullas (gorros de lana), hilando o simplemente charlando entre ellos.




Las vistas desde lo alto de la tiendita de tejidos son espectaculares y cuando bajamos, el guía nos explica los tipos de vestimenta que caracterizan a las personas casadas o solteras, a los niños, a las autoridades y demás. También nos encontramos con un letrero donde se marcan las distancias a las diferentes capitales mundiales... ¿cuál encontramos primero?


Vamos a comer a un restaurante de la comunidad y comemos una deliciosa trucha del lago, hay que decirlo, muy bien preparada.


Descendemos hacia el barco por el otro extremo de la isla y volvemos a admirar el paisaje tan impresionante.



Otra vez en barco, nos llevan a las Islas Flotantes de los Uros, una comunidad que surgió hace cientos de años y que utilizó estas "islas" para huir de la invasión de los Incas. Es difícil expresar lo increíble que es que estas familias vivan en unas islas hechas con caña de totora, sin un suelo firme donde pisar, sino las capas de paja acumuladas...


Es realmente loco y maravilloso que después de cientos de años, lo único que haya cambiado sea la llegada de turistas y las placas solares.

Allí, la señora del lugar nos explica cómo se construyen las islas y cómo llegan a ser comunidades donde conviven varias familias. ¡Y su alegría es tan contagiosa!



Damos un paseo en barca de totora y ¡oh! Sufrimos un abordaje muy especial... Unos niños que venían remando en una barca de totora más pequeña suben a nuestra embarcación y nos deleitan con unas canciones a cambio de alguna propina.



Naiara no puede evitar darse cuenta de que el pequeño lleva los zapatos del revés, y termina con él sentado en su regazo mientras llegamos a "tierra" de nuevo.


La experiencia ha sido inolvidable y nos despedimos de ellos preguntándonos cómo se puede vivir de esta mañera en pleno siglo XXI, y tan cerca de una ciudad como Puno.


Pasamos la tarde hasta la hora de cenar y nos acostamos temprano, ya que mañana temprano cogeremos el bus que nos llevará hasta Bolivia... Ondoloin!

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