Hoy es día de elecciones y en el ambiente se respira calma... No en vano, todos (o casi todos) los comercios deben permanecer cerrados al menos hasta que se cierren las urnas. Eso se traduce en calles desiertas de coches, buses o taxis, y salpicadas de viandantes con sus familias.
La tranquilidad se nos contagia y entre desayunar y hablar con la familia, echamos la mañana.
Salimos casi a la hora de comer y tras pasear un poco por los alrededores del convento, encontramos el único establecimiento abierto: Dumbo, un mega restaurante con precios desorbitados. No nos queda otra, así que comemos allí mismo y probamos las salteñas por primera vez.
Por la tarde simplemente hacemos lo que el resto de la ciudad: pasear, sentarnos en la sombra y mirar a los niños jugar en la carretera desierta. La verdad es que es bien relajante.
Para cenar, ocurre algo increíble: buscando un supermercado donde comprar algo para cenar, nos damos de bruces con un restaurante japonés. El resultado es algo inevitable y delicioso:
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